Entrevista a Ana Martín Miguel, gerente jubilada


"Tienes que pensar que el dinero que gestionas no es tuyo"

JUBILEO

Todo tiene un final. A Ana Martín Miguel, gerente de la facultad, le ha llegado el momento de jubilarse tras una década administrando los recursos del centro. Segoviana de nacimiento, ha trabajado en la Universidad Complutense durante 44 años y conoce a fondo su historia más reciente. Conocida entre el personal por su sinceridad y desparpajo, nos hace un hueco antes de su despedida para repasar su experiencia al mando de uno de los departamentos más complicados.

¿Cómo llegó a al puesto de gerente?

En el año 2003, aunque llevo desde los 20 años trabajando en esta universidad. Me cesaron de mi anterior puesto y el entonces director de esta escuela, Juan Beneit, me reclamó para la gerencia de la Facultad.

¿Le daba respeto? Exige mucha responsabilidad…

Nunca me dio miedo, tras más de cuarenta años en la universidad una se acostumbra a todo.

¿Qué ha sido lo más complicado?

Tratar con el Personal de Administración y Servicios.  Es complicado ya que desconfían por naturaleza de los gerentes. Es comprensible puesto que aunque seamos PAS, también formamos parte del equipo decanal. Estamos en terreno de nadie y a veces se nota cierto recelo.

¿Y lo mejor?

El inmenso cariño y la confianza que he recibido por parte de muchas personas del centro. Siento que mi trabajo ha sido muy bien recibido.

¿Cuáles son las claves para gestionar una universidad pública con recursos cada vez más limitados?

Lo principal es escuchar a todos, aceptar sus opiniones y sobre todo analizar las críticas. Tienes que pensar que el dinero que gestionas no es tuyo. Aquí pagamos todos.

¿Sería más fácil gestionar una empresa privada?

Lo desconozco, nunca he estado en un organismo privado, pero me imagino que al contrario, será más fácil. En la universidad pública se piden más responsabilidades.

¿Ha recibido muchas presiones?

Nunca he recibido presiones, afortunadamente. Cuando llegué dejé una serie de cosas claras y todo el mundo las ha asumido muy bien.

¿Qué es lo más positivo tras una década en la facultad?

Los amigos que he hecho, por ellos ha merecido la pena. También las personas con las he trabajado, incluidos los diez rectores, porque he aprendido mucho de ellos.

¿Qué le aconseja a su sucesor?

Mucha paciencia. Ha de saber que es un puesto que no pertenece a ningún lado y en ocasiones se va a sentir poco respaldado por el rectorado. No somos profesores, ni servicios centrales, ni pertenecemos al equipo rectoral…

¿Qué es lo que más va a echar de menos?

Es curioso, pero creo que lo que más echaré en falta serán las broncas del decano y del director de la Clínica. Eran discusiones hechas con tanto cariño que las voy a añorar.

¿Cómo afronta el futuro?

No voy a caer en el tópico de decir que quiero viajar, porque ya he viajado bastante. Quiero dedicar mi tiempo libre a mis aficiones, especialmente a la pintura con acuarela. Llegué a ingresar en Bellas Artes cuando era joven, pero mi padre no me dejó porque no quería una hippie en la familia (risas).

¿Algo más que añadir?

Sí, quiero dar las gracias a todo el mundo por el cariño recibido. A la universidad y especialmente a este centro. Comencé como auxiliar administrativa y he terminado como gerente gracias a esta facultad. Creo que no está nada mal.

Por Alberto Barranco